agosto 04, 2010

El miedo a las pérdidas...

La palabra miedo, es definida como una emoción que nos alerta sobre la existencia de algún peligro en particular, el cual puede ser real, supuesto o infundado en un momento determinado. Esta sensación puede llegar a determinar nuestro carácter y por ende nuestra forma de actuar ante diferentes situaciones que se nos presenten a lo largo de nuestra vida, incluso ante la toma de decisiones económicas o financieras.

El miedo lo asociamos con diferentes eventos, como miedo a hacer el ridículo, a equivocarnos, a la muerte, a perder una competencia o sencillamente a perder dinero. Este último temor, desde un punto de vista financiero y en la medida en que vamos avanzando en edad, es al que más miedo le tenemos –valga la redundancia- y es algo natural ya que podemos pensar que será difícil recuperar la cantidad ahorrada o invertida en cualquier instrumento. Esto es, que nuestra percepción del riesgo se hace mayor.

Lo cierto del caso es que, esta sensación está presente en prácticamente todos los aspectos de nuestras vidas, y como no vivir no es una opción, entonces debemos aprender a manejar el miedo, para de esta manera convertirlo en el motor que nos permita alcanzar nuestros objetivos.

Financieramente hablando, la tendencia de la gran mayoría de nosotros es a realizar inversiones en instrumentos “seguros” que nos permitan preservar el capital invertido y obtener excelentes rendimientos. Sin embargo, debemos tener siempre presente, que a un mayor rendimiento esperado debemos asumir un mayor riesgo.

Por esta razón, debemos conocer muy bien el activo en el cual vamos a colocar nuestro dinero, así como también identificar los riesgos asociados a la inversión para poder acotarlos. En otras palabras, si vamos a colocar recursos en el banco, verifiquemos la garantía de depósitos ofrecida, si vamos a invertir en acciones, identifiquemos nuestro perfil de inversionista y coloquemos recursos que no necesitaremos en un corto plazo, si vamos a comprar instrumentos de renta fija, calculemos que la renta que brinda el título cubra las necesidades propias en los tiempos requeridos y lo más importante, no nos dejemos llevar por las emociones del mercado y estemos dispuestos a asumir alguna perdida.

Cuando asumamos la primera perdida, no nos desilusionemos, ni tengamos una actitud de derrota, todo lo contrario, “disfrutémosla”, es decir, vivamos la experiencia, evaluemos los pasos que dimos, reconozcamos en que nos equivocamos, identifiquemos los puntos débiles y corrijamos para dar el siguiente paso, que será el inicio de una nueva etapa que seguramente traerá mejores beneficios.

Recordemos que nadie aprende de la experiencia ajena y que todo en la vida tiene un costo. Las pérdidas nos ayudan a obtener conocimiento, experiencia y disciplina, por eso NO debemos tener miedo a las pérdidas, incluso las financieras.

RDS

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