Hay
un dicho que expresa que “todo en exceso hace daño”, el cual es aplicado a todo
y las finanzas personales no están ajenas a esto, todo lo contrario, si se
excede en algún manejo las consecuencias pueden ser muy graves.
La
idea de todo inversionista es, obtener la mayor rentabilidad por el dinero
invertido en un tiempo determinado, mientras más se gane mejor y si el tiempo
de espera se reduce, es más gratificante, porque en términos porcentuales la
ganancia será mayor.
Son
diversas las alternativas que hay en el mercado al momento de realizar una
inversión, todo dependerá del perfil del inversionista.
El
que es propenso al riesgo, probablemente tendrá mayor orientación a invertir en
el mercado accionario en títulos con mayor volatilidad. Si es una persona adversa al riesgo, enfocará
sus inversiones en bonos con una buen cupón, que probablemente generará menor
ganancia pero tendrá mayor tranquilidad.
Cualquiera
que sea su caso, la estrategia que emplee será la correcta, lo importante es
que la seleccionada le permita alcanzar sus objetivos financieros.
Un
aspecto importante en la estrategia de inversión que ejecute, es el
equilibrio. Es decir, establecer un plan
de acción, ejecutarlo con disciplina, hacer seguimiento y revisar con una
cierta frecuencia que esté en el punto que requiere para lograr sus metas.
El
equilibrio en las inversiones lo podemos describir como, aquel balance
necesario que debe tener entre sus activos para evitar que las fluctuaciones
del mercado puedan afectar su patrimonio.
En otras palabras, buscar el punto adecuado entre riesgo y rendimiento
de acuerdo al perfil de cada persona.
Normalmente
se hacen distribuciones entre acciones y bonos, para conformar un portafolio y
el porcentaje de asignación de recursos dependerá del objetivo planteado.
Hay
un rango muy común, que va entre un 25% y un 75% del total de los recursos para
invertirlos en un determinado sector, si son acciones estaríamos hablando de una
estrategia agresiva. El caso contrario es
asignar dentro de este mismo rango porcentual la inversión en bonos, lo que
puede considerarse como una estrategia conservadora. Ambas estrategias son válidas.
Sin
embargo hay otra alternativa, muy tradicional y utilizada al principio, que
busca disminuir el riesgo de cualquiera de los dos sectores (acciones y bonos)
y obtener un buen resultado, que sería asignar un 50% en cada sector, la cual
se puede considerar como una estrategia moderada.
Independientemente
del grado de diversificación que se pueda tener en cualquiera de los dos
sectores, distribuir los recursos en partes iguales, puede ser lo más sensato
al principio. De esta manera se puede
tener más margen de maniobra en caso de que existan movimiento bruscos en el
mercado y la afectación de las potenciales ganancias pudiera llegar a ser
menor.
Esta
estrategia puede sonar simple, fácil y hasta básica, pero en realidad requiere
un alto nivel de disciplina, análisis y seguimiento, como en cualquier otra
estrategia, ya que el nivel de riesgo es menor y por ende el rendimiento.
RDS
@rduartesandoval
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